«Mar en Calma» y la melancolía de Soleá Morente

«Mar en Calma» es el disco de versiones que Soleá Morente debería haber hecho con su padre Enrique… Pero también es mucho más: es un disco polisémico con diferentes sentidos tanto para la artista como para quien escucha.

Si hay algo que he aprendido en la vida es que las (buenas) canciones nunca tienen un significado unívoco. Puede que la compositora la escriba con una intención pero que el intérprete la impregne de un sentir con una intención diferente. Puede que un cantante la interprete en directo con un sentido concreto en relación con algo que esté viviendo en cierta época de su vida pero que la asistente al concierto la reciba en un color emocional diferente al estar teñido por sus propias vivencias. Y digo más: puede que el Raül de hace cinco años entendiera una canción con un significado concreto que el Raül de hoy no comprende porque ahora la entiende de forma diferente.

Si digo todo esto, es básicamente a modo de advertencia para lo que voy a escribir a continuación… Porque resulta que, al leer reseñas sobre «Mar en Calma» (Discos Probeticos, 2024), el nuevo disco de Soleá Morente, me he dado cuenta de que el principal foco se ha puesto en el proceso de creación y en el componente nostálgico del álbum… pero que, sorprendentemente, poco se ha dicho del sentido o los sentidos que este disco pueda tener tanto para la propia artista como para quien escucha. Y a eso voy yo.

Pero empiezo por el principio: «Un mediodía de septiembre en Granada, terminé el último examen de la carrera y fui a casa corriendo para contarle a mis padres que por fin me había licenciado. Detrás de esa prisa por compartir el final de un ciclo de mi vida, se escondían las ganas de saber si mi padre se acordaba de lo que en algún momento habíamos hablado meses antes; si terminaba la carrera, empezaríamos a grabar algunas maquetas para un posible proyecto que quizá algún día podría publicar o quizá podría quedarse en la intimidad y compartirlo solo con mis amigas y mi familia, y así no me quedaría con las ganas de haberlo hecho», explica Soleá.

Se refiere a un lejano día del año 2008, del que también explica lo siguiente: «Por supuesto que se acordaba perfectamente de aquel acuerdo. Abrió una botella de champán en la cocina y me dijo vamos a elegir algunas canciones que te gusten y nos bajamos al estudio. Poco después, mi padre marchó, quedando este trabajo guardado en un cajón que emocionalmente me costó mucho volver a abrir, hasta que tiempo después mi hermana Estrella me animó a que lo retomase». Y suerte que Estrella le animó a pasar por encima del dolor por la muerte del padre y abrir aquel cajón que contenía este pedacito de su corazón.

Porque así, como un pedacito de corazón, es la única forma de describir este «Mar en Calma» con el que la artista recupera el sello Discos Probeticos que su padre levantara como lucha personal contra la industria musical. Aquí, sin embargo, se intuye menos venganza que homenaje a uno de los incontables esfuerzos de un artista cuyo recuerdo se esparce por todos los rincones de un álbum que cuenta con portada de su madre Aurora y con producción a pachas junto a Isidro Muñoz, hijo del también mítico Isidro Sanlúcar. Un homenaje que empieza, eso sí, por la selección de versiones escogidas entre padre e hija.

El álbum se abre con el «I’m A Fool To Want Want You» de Frank Sinatra tamizado a través del corazón en llamas de Billie Holiday, y sigue con los «Sueños» de Peninha traducidos por Fernando Trueba en una colaboración con la guitarra acuática (de agua que empapa el ánimo) de Diego del Morao. En «No Temas Nada» (de Carlos de Pepa), Soleá se hace acompañar de su hermano Kiki Morente para, a continuación, flotar ingrávida lejos, bien lejos, y sola, desarmantemente sola, al abordar los «Poemas» de José Manuel Caballero Bonald.

«Babilún» y «La Chamelona» (de Pericón de Cádiz) traen a primera plana a la Soleá Morente más juguetona, aquella que le acercó al pop multicolor en sus inicios, en un verdadero interludio de diversión flamenca justo antes de romperte el corazón con uno de los cortes más sentidos de «Mar en Calma»: «Palabras para Julia», a partir de un poema de José Agustín Goytisolo. Para no echar el cierre con el ánimo bajo, el lote pone el broche final con una «La Verdad» que sabe a patio de feria justo antes de que arranque la fiesta de verdad. Hasta aquí lo que probablemente ya hayas leído en otra reseñas…

Mar en Calma || Soleá Morente

Pero es que resulta que «Mar en Calma» es mucho más que un puñado de versiones. Es, por encima de todo, la forma, la figura, la silueta que Soleá Morente ha moldeado a partir del recuerdo de su padre. Y es precisamente en esta intención donde se revela la polisemia de un puñado de versiones que pueden tener uno y múltiples significados tanto para la artista… como para quien escucha. Empecemos, obviamente, por el significado que podrían tener para Morente tres canciones que me obsesionan personalmente.

Empezando por la «No Temas Nada» que comparte con su hermano Kiki Morente. «Que yo podría olvidarte, me pasó por la cabeza. Y me duró lo que dura la espuma de una cerveza», canta él. «Le doy las gracias, le doy. Tanto y tanto me conmueve que, sabiendo como soy, y sin embargo me quiere», sigue cantando Kiki. «Tú, no temas nada tú», repiten ambos en el estribillo de una canción cuya letra puede entenderse como reflejo de lo que los hijos sienten hacia un padre que sigue animándoles después de muerto pero que también podría entenderse como la promesa de dos hermanos de estar siempre ahí el uno para el otro.

En «Sueños», es imposible que no se te deshaga el corazón cuando Soleá Morente canta: «De mi vida, tú te convertiste en el centro, sin tus huellas no hay camino y no me encuentro. Vi un gran amor gritar dentro de mí, como soñé un día. Cuando mi mundo era más mundo, y todo el mundo advertía un aire nuevo, un cambio extraño, más pureza, más cariño, más calma, más alegría en mi forma de amar. Cuando mi canción se hizo más clara y más sentida, y la poesía transformaba mi vida, tú me viniste a hablar de esa pasión inesperada por otra persona».

¿Canción a un amante que te hace mirar al mundo con nueva luz gracias a su amor o canción al padre que le regaló una nueva forma de mirar el mundo a través de su arte? La letra sigue: «Más no desesperes, no. Solo quiero que tú te encuentres. Tristeza es mejor, mejor que caminar vacío. La esperanza es un don que yo tengo en mí. Lo tengo aquí. No te desesperes, no. Me enseñaste tú miles de cosas. Tengo un sueño en mis manos. Mañana será un nuevo día. Estoy segura que seré feliz». Imposible responder a la pregunta… aunque qué más da la respuesta cuando el resultado es precisamante este: «Estoy segura que seré feliz».

Porque «Mar en Calma» puede escucharse / leerse como un buen puñado de consejos con los que un padre encauza la vida de su hija… incluso cuando él ya no está ahí. «Te sentirás acorralada, te sentirás perdida y sola. Tal vez querrás no haber nacido, no haber nacido. Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí, pensando en ti, pensando en ti, como ahora pienso. La vida es bella y ya verás, cómo a pesar de los pesares, tendrás amigos, tendrás amor, tendrás amigo», canta Soleá en «Palabras para Julia» subrayando esta interpretación que no puedo dejar de escuchar en el disco.

Al fin y al cabo, esta interpretación es la base del significado personal que «Mar en Calma» guarda para mía. No puedo dejar de pensar que este es un disco con el que sintonizará cualquiera que haya sufirdo la pérdida de un ser querido y, en consecuencia, siga reviviendo día a día la ausencia de tantas y tantas conversaciones perdidas y truncadas que estaban por llegar pero nunca llegaron. De consejos que tendrían que darte pero nunca te dieron.

Porque, como me ocurre a mí, escuchar las palabras de la artista, dejarse envolver por sus melodías, dejarse acariciar por sus emociones, es como abrir un canal de comunicación con un más allá del que te llegan las palabras y consejos de ese ser querido que ya no está aquí pero que te sigue hablando gracias a la capacidad de Morente para practicar una polisemia que le sirva a ella tanto como a ti. Nunca pensé que te necesitara como médium, Soleá… Pero resulta que sí, que necesitaba urgentemente esta sesión de espiritismo que es «Mar en Calma».

Sinceramente,

Raül De Tena

Sobre el autor

Raül De Tena

Al ponerme a escribir esta bio me he dado cuenta de que, así, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, llevo más de veinte años escribiendo sobre temas relacionados con la música, la moda, el cine, la literatura, la cultura en general. Siempre he escrito muy sinceramente... Pero, ahora, más todavía.

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Por Raül De Tena

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Al ponerme a escribir esta bio me he dado cuenta de que, así, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, llevo más de veinte años escribiendo sobre temas relacionados con la música, la moda, el cine, la literatura, la cultura en general. Siempre he escrito muy sinceramente... Pero, ahora, más todavía.

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