3 motivos por los que “Molt Lluny” / “Muy Lejos” sorprende más allá de Mario Casas

Todo el mundo está hablando de la magnética interpretación de Mario Casas como homosexual armariado en “Molt Lluny” / “Molt Lejos”… Pero, ojo, porque en esta película de Gerard Oms hay muchísima tela que cortar.

Hace dos semanas que vi “Molt Lluny” / “Muy Lejos” y, aunque salí del cine pensando que me había gustado pero que tampoco me había alucinado, resulta que me he descubierto pensando en la película de Gerard Oms con mucha frecuencia. Y que también me he visto conversando sobre ella con amigos y desconocidos con asiduidad. Así que, como suele decirse, y por mucho que eso contravenga mi impresión inicial, “por algo será”

Aunque también puedo confirmarte ya que ese “por algo será” responde a cosas que van más allá de lo que todo el mundo está hablando: la presencia de Mario Casas interpretando a un homosexual armariado. Pero, como soy plenamente consciente de que no se puede abordar esta película sin hablar del elefante en su sala, voy a empezar precisamente por esto mismo para, a partir de ahí, saltar a las tres razones por las que no puedo parar de pensar en “Molt Lluny” / “Muy Lejos”.

Molt Lluny / Muy Lejos, de Gerard Oms
Mario Casas a punto de cambiar su vida en “Molt Lluny” / “Muy Lejos”

Vaya por delante, eso sí, que la interpretación de Mario Casas merece totalmente haberse convertido en el epicentro del hype alrededor de la película de Gerard Oms. Su interpretación de Sergio es el verdadero corazón y motor de una trama que persigue a un chaval escurridizo como una anguila en su condición de puro cliché hetero-machirulo. A este respecto, chapeau para las tres pinceladas que le bastan y le sobran al director para representarlo como tal a través de su asistencia borreguil a un partido de fútbol en el que hay mucho griterío unga unga y que se ve seguido por una ronda de bares con desbarres destinados a demostrar qué macho alfa la tiene más grande.

Lo curioso es que, tras lo que tiene toda la pinta de ser un ataque de ansiedad durante la noche en un hostel de mala muerte, Sergio deposita su cartera en la basura al llegar al aeropuerto y así tener una (deliberada) excusa para perder su vuelo. De esta forma, el protagonista queda libre de la presión de la manada que le ha tenido cercado hasta ese momento. Y, a partir de entonces, el protagonista de “Molt Lluny” / “Muy Lejos” se busca las castañas en Utrech sobreviviendo a base de trabajos mal pagados para inmigrantes y viviendas precarias.

Como decía aquella, Sergio se lanza a vivir de la bondad de los extraños y, poco a poco, va quedando claro que lo que ha hecho es precisamente huir de su entorno para encontrarse a sí mismo. Aquí es donde entra la realmente fascinante interpretación de Mario Casas, que adquiere todo el sentido del mundo sabiendo que Gerard Oms es conocido en el mundo cinematográfico precisamente como coach de actores. Él es, por ejemplo, quien hizo brillar a los actores no profesionales de (la joyita oculta) “Seis Días Corrientes” de Neus Ballús (que aquí devuelve el favor a su colega ocupándose del montaje final).

Molt Lluny / Muy Lejos, de Gerard Oms
Mario Casas cambiando su vida en “Molt Lluny” / “Molt Lejos”

En esta “Molt Lluny” / “Muy Lejos”, resulta evidente la labor conjunta de Oms y Casas a la hora de construir el personaje de Sergio, un tipo que codifica heterosexual recalcitrante hasta el mencionado partido de fútbol. Pero que, una vez a solas en Utrecht, se dedica a ir aceptando y descubriendo su propia homosexualidad a base de zarpazos cavernícolas que cuadran perfectamente con el hombretón que se supone que es y que, sin las armas para asumir esta nueva realidad, se dedica a sobrecompensar estos “deslices” con machirulismos y xenofobias destinados a preservar el carácter alfa de su hombría.

Estos zarpazos tienen mucho de una realidad tosca y seca perfectamente sintonizada con su comportamiento inicial en esta tierra extraña en la que actúa de forma primaria y primal, animal. Una actitud que, una vez desactivada la agresividad de la manada, se va revelando como la bonhomía y el simplismo de un hombre a medio construir. El lienzo en blanco de un hombre que nunca se permitió construirse a sí mismo porque fue su entorno el que se dedicó a ensamblar por él las piezas del Lego hetero que se nos impone a todos antes siquiera de que nosotros sepamos quiénes somos.

Dicho de otra forma: la actuación de Mario Cosas en su composición del personaje de Sergio es, simple y llanamente, magistral. Y esto lo digo medio en serio / medio en broma, pero si no le dan todos los premios del mundo por su papel en “Molt Lluny” / “Muy Lejos”, esta injusticia solo tendrá una única explicación: homofobia. Dicho esto, pasemos ahora a las otras tres cosas que brillan en la película de Gerard Oms pero de las que (también injustamente) se está hablando mucho menos.

Molt Lluny / Muy Lejos, de Gerard Oms
Gerard Oms sabe que un ventanuco es un símbolo infalible

No parece nada casual que lo vivido por Sergio en Utrech se sitúe temporalmente en el año 2008, justo cuando la primera gran crisis económica de este siglo derribó el bienestar que muchos habían aceptado como derecho propio, eterno e imperturbable de una clase media / baja fundamentada en el concepto heteropatriarcal de familia nuclear. Aquella crisis demostró que nadie estaba a salvo y nos introdujo en una realidad líquida en la que nada dura: los trabajos, el dinero, la familia, las relaciones, los amigos… Nada es para siempre,

El mismo Sergio afirma en cierto punto de “Molt Lluny” / “Muy Lejos” que ha perdido el trabajo en un negocio familiar que se suponía que iba a asegurar el futuro de las generaciones por venir. Pero no hay mal que por bien no venga, y el colapso social / personal asociado a la crisis económica resulta ser una oportunidad pluscuamperfecta para, una vez estás entre las ruinas de lo que creías indestructible, decidirte a reconstruir tu propio paisaje en base a tus propias reglas, olvidando lo impuesto por el canon mayoritario. O, como es en el caso de Sergio, impuesto por su familia (empleo) y hermano (heterosexualidad).

El retrato sublime de aquella crisis que muchos seguimos recordando en primerísima persona se suma a otro retrato igual de magistral: el de una ciudad de Utrech que Gerard Oms filma siempre bajo la penumbra de un cielo encapotado gris oscuro casi negro. Una especie de limbo que juega el papel que todo limbo ha de jugar: la posibilidad de redención / reinvención.

En Utrecht, la arquitectura juega un papel primordial que revela que el ojo de Oms es un radar capaz de localizar y sublimar espacios físicos como representación de espacios mentales y anímicos. La arquitectura deviene símbolo, por ejemplo, cuando el protagonista sufre otro ataque de ansiedad en un callejón gris que no parece tener salida ni hacia delante ni hacia atrás, pero tampoco hacia arriba. Así de encajonado está el personaje. Lo mismo ocurre cuando, tras un exceso de “sobrecompensación” que le ha llevado a tener sexo con una mujer, Sergio se topa con un puente que se va elevando delante de él, creando un espacio negativo (negro, vacío) contra el que se recorta su figura.

O el más bello símbolo de todos que, no por casualidad, es la imagen que ha acabado por ser la portada del film: el ventanuco a modo de claraboya en el tejado de su minúscula habitación que al principio está cerrado a cal y canto pero que, finalmente, consigue abrir para sacar el cuerpo hasta la cintura en una bellísima metáfora de su ansia de libertad. Más adelante, durante sus clases de holandés, Sergio afirmará que desde esa ventana puede contemplar un mar que el espectador no ve… Y, a la vez que conmueve el alma, esta afirmación deviene en símbolo de una esperanza que calienta y alienta.

Molt Lluny / Muy Lejos, de Gerard Oms
Nombra a un dúo más icónico

Al hablar de la complejidad con la que el tándem Mario Casas / Gerard Oms atacan el retrato de Sergio como hombre en construcción, ya ha quedado claro que uno de los grandes aciertos de “Molt Lluny” / “Muy Lejos” es precisamente su retrato de dos tipos de masculinidad en contraposición: por un lado, la masculinidad heredada contra la que se revela; por el otro, una masculinidad aspirada que el personaje va a ir construyendo no solo a golpe de corazón, sino también buscando desesperadamente nuevos modelos a su alrededor.

El primero que destaca es, obviamente, el del Manel interpretado por David Verdaguer desde la socarronería más absoluta (otro acierto en la dirección de Oms). Este personaje destaca como un expat voluntario que huye de España por la crisis económica y que se queda en Utrecth porque “aquí también hay crisis, pero por lo menos no entiendo a la gente cuando habla”. Manel representa el modelo de nueva masculinidad despreocupada y desligada del cliché macho que se introdujo entre los heterosexuales a través de la coartada hipster. Es un personaje divertidísimo y misántropo con un punto canalla que hace que Sergio malinterprete ciertas señales que dicen “amistad” cuando él quiere que digan “algo más”.

Además, existe en “Molt Lluny” / “Muy Lejos” una tercera masculinidad que Sergio observa desde la distancia, como agazapado detrás de unos matorrales como un predador que está decidiendo si atacar o huir. Se trata de la masculinidad del compañero de piso holandés al que el protagonista escucha follar con otros hombres desde detrás de la puerta. Es un chico cuya homosexualidad desafiantemente frontal queda simbolizada en la forma en la que toca el violonchelo con la puerta abierta de par en par. Al principio, el protagonista odia esta música. Al final, acaba atrapado por su belleza escuchando junto a la puerta abierta. Y el paso final será atreverse a comentárselo a su compañero.

Aceptar, apreciar y abrazar la música de su compañero de piso es aceptar, apreciar y abrazar su condición sexual. Sin zarpazos ni sobrecompensaciones. A través de este personaje, Sergio aprende que la dicotomía entre masculinidad y homosexualidad solo está en su cabeza. Tal y como descubre en una noche de fiesta en la que este compañero le introduce en su grupo de amigos, pueden haber gays amanerados o gays más masculinos porque, al final, el único que cree semejante gilipollez es él y solo él. Y esa será otra de las grandes enseñanzas en su camino hacia la luz.

Molt Lluny / Muy Lejos, de Gerard Oms
No sé qué deseo ha pedido aquí Sergio, pero espero que le vaya bien

Cuando era jovencito, me obsesioné con un concepto que se repite una y mil veces en cine y literatura: la imposibilidad de la huida. Ya sabes, la certeza de que no puedes huir de tus problemas ni de quién eres porque, cuando llegas a una nueva ciudad, esos problemas y esa personalidad que no has podido evitar transportar contigo se acaban filtrando en el nuevo suelo, llegando hasta el líquido subterráneo y volviendo a ti en forma de un agua que puede parecer nueva pero que no tardas en reconocer como antigua.

“Molt Lluny” / “Muy Lejos” resulta tan refrescante porque, en ella, Gerard Oms habla sobre la posibilidad de huir para encontrarte. Algo que es especialmente cierto en la comunidad LGTBIQ+: huir cuando tu principal problema es un entorno que precisamente no te deja ser tú mismo… Por mucho que uno de los momentos más emotivos de la película sea cuando Sergio recibe en Utrecht la visita de su hermano y se da cuenta de que, de nuevo, el problema lo ha creado él mismo en su cabeza por mucho que sus seres queridos, que le parecen conocer más de lo que él cree, respetan su necesidad de aclarar las cosas antes de volver hasta ellos.

Sergio practica la huida para poner el marcador de la vida a cero. Ese cero absoluto en el que tienes que buscarte las lentejas con trabajos precarios y alojamientos temporales en un intento consciente o inconsciente de ponerte en contacto con otras realidades, otras personas que, con un poco de suerte, te miren con unos nuevos ojos que te permitan por fin ser tú mismo. Tener que construir una nueva existencia le permite al protagonista construir una nueva personalidad que se ajuste a una versión más genuina y honesta de sí mismo.

Lo curioso es que, en esa necesidad de construirse a través de los ojos de nuevas personas, Sergio va dando palos de ciego a la búsqueda de una mirada absoluta que le salve: besos furtivos y miradas de avidez hasta que por fin tiene sexo con un hombre y, en una decisión maravillosa, ese hombre acaba siendo irrelevante tanto para la trama como para el proceso de construcción del protagonista. Con los zarpazos anteriormente mencionados, Sergio ha aprendido que no existe un príncipe rescatador que vaya a salvarlo porque esa salvación es algo que solo puede hacer él solo a no ser que quiera caer de nuevo en la trampa de convertirse en el Lego de otras personas.

Es entonces y solo entonces, con esta lección aprendida, cuando Gerard Oms decide que el sol salga por primera vez en toda la película. Es un sol tímido que se intuye más que se impone, pero que va a incidir directamente sobre la frente de Sergio justo en un instante en el que el film corta a negro… Y el espectador se queda con la misma certeza que el personaje: la asunción de estar a mitad del camino, no al final. Una asunción que viene con la esperanza de que todo vaya bien a este protagonista al que, más que probablemente, al principio del film deseaste el peor de los futuros.

Sinceramente,

Raül De Tena

Sobre el autor

Raül De Tena

Al ponerme a escribir esta bio me he dado cuenta de que, así, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, llevo más de veinte años escribiendo sobre temas relacionados con la música, la moda, el cine, la literatura, la cultura en general. Siempre he escrito muy sinceramente... Pero, ahora, más todavía.

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